por Alberto Galeano
Si Donald Trump quiere “hacer grande de nuevo” a Estados Unidos deberá comprender que encerrar a chicos inmigrantes en jaulas, tras separarlos de sus padres, no ayuda a tener una buena opinión de ese país.
El presidente estadounidense pasó de reunirse en Singapur con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, con quien coronó un polémico tratado de desnuclearización, a ser noticia por su política de “tolerancia cero” con la inmigración.
Atascado en los problemas domésticos, Trump volvió a pensar en otra de sus obsesiones electorales: México.
No obstante, el magnate neoyorquino -que recibió una ola de críticas- debió dar marcha atrás y ordenar la reunificación de 2000 familias de inmigrantes que habían sido separadas desde abril, tras cruzar la frontera sur con ese país.
En medio de este panorama, el Departamento de Salud le pidió al Pentágono que albergue en sus bases militares a unos 20.000 niños inmigrantes que entraron a Estados Unidos sin la compañía de adultos.
En los centros de detención fronterizos, como el de McAllen, Texas, los chicos duermen en colchones tirados en el suelo, y se abrigan con papel de aluminio brindado por las autoridades.
El caso conmovió a los Estados Unidos, a tal punto que la revista Time ilustró su portada con el montaje de una foto de una niña hondureña, de dos años, llorando delante de Trump.
Yanela Varela fue detenida junto a su familia en la zona de McAllen, uno de los puntos neurálgicos de la frontera con México, país que mantiene una seria disputa con Trump por la construcción de un muro fronterizo.
El magnate insiste en que esta barrera sea pagada íntegramente por el Estado mexicano, pero el gobierno de Enrique Peña Nieto se niega rotundamente.
Aunque Trump sigue despotricando contra la inmigración ilegal, el encierro de chicos sin la presencia de sus padres conmovió a la primera dama estadounidense, Melania Trump, quien visitó un albergue infantil administrado por la iglesia luterarna en McAllen.
Trump, por su parte, acusó a los demócratas de ser insensibles a los “crímenes” que en su opinión comenten los inmigrantes, a quienes vinculó con la famosa pandilla “Mara Salvatrucha”, mejor conocida como las Maras o MS-13.
El presidente norteamericano presiona además al Congreso -manejado por los republicanos- para que sancione una ley de inmigración integral que incluya también la construcción de un muro con México.
Según algunos analistas, Trump quiere reemplazar la separación familiar por una indefinida detención familiar en masa, la que contrastaría con los precedentes legales.
El tema se extendió a lo largo y a ancho de Estados Unidos, por lo que organizaciones humanitarias preparan una gran manifestación para el 30 de junio.
En medio de esta disputa interna, el presidente estadounidense también se acordó de sus rivales internacionales, como la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel.
El magnate mantiene con la canciller alemana una serie de diferencias por la política proteccionista de Washington, y por el retiro de Estados Unidos del Acuerdo climático de París y el pacto nuclear con Irán, firmado en julio de 2015 por Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido, más Alemania.
Todo empezó cuando Trump dijo, en un mensaje por Twitter, que en Alemania el delito había aumentado luego de que ese país permitió el ingreso de un millón de inmigrantes. Pero Berlín rechazó esa información y dijo que la cantidad de contravenciones disminuyó un 9,6% con respecto a 2016.
“Dudo que Trump quiera entrometerse en Alemania. Yo creo que se está refiriendo al electorado estadounidense cuando habla del cierre de fronteras en Europa, y esto tiene que ver con que el magnate exagera los problemas europeos”, dijo a Télam el analista político, especializado en política doméstica de Estados Unidos, Joaquín Harguindey.
En cuanto a la polémica que mantiene Trump con la canciller alemana, afirmó: “Hay, probablemente, algo personal entre Merkel y Trump. En la reciente cumbre de los siete países más industrializados (G7), realizada en Canadá, la prensa la definió como seis contra uno. Por eso es difícil no ver esto como una confrontación”.
Cuando se le pidió una definición sobre Trump, el analista señaló: “Es una persona obsesionada con el poder, más por las demostraciones simbólicas que por los logros concretos. El objetivo de la cumbre con Kim (el pasado 12 de junio) fue la reunión en sí, y no los logros conseguidos en ese encuentro. Se vendió la idea de que se obtuvo un triunfo, cuando en realidad fue una concesión de Estados Unidos”.
El analista recordó, también, que los anteriores presidentes estadounidenses se habían negado a reunirse con Kim, porque consideraban a Pyongyang como “un régimen totalitario”.
Hay una imagen de Trump que se repite en el plano internacional cuando quiere mostrar a Estados Unidos como un país perjudicado por el libre comercio que practicó ese país -e incluso ayudó a extender, como en el caso de China- durante décadas.
Con respecto a México, por ejemplo, socio de Estados Unidos y Canadá en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), el magnate suele a menudo decir que este acuerdo ha dañado económicamente a su país.
Del lado mexicano, por el contrario, sostienen que el Tlcan provocó la quiebra de miles de agricultores locales debido a la diferencia de subsidios que reciben los trabajadores rurales de cada nación.
(*): Télam.